La historia sigue siendo un reino predecible de posibilidades, porque son pocas en un mundo donde la información se vuelve de vital importancia para mantener un status quo que no es superficial, sino profundo y añoso.
Lo de hoy, día contra las fobias hacia lo LGTBIQANB+, es un hito médico, esa verdad que es un acuerdo entre hombres para dirimir que puede o no ser considerado como trastorno, como enfermedad, como un posible tratamiento para anular aquellos malestares que poco tienen que ver con la biología, sino con una hegemonía que anula cualquier expresión o identidad fuera de lo binario y que ocurrió -y ocurre- por mucho tiempo hacia otras orientaciones sexuales, así como expresiones e identidades de género, término surgido en la década de 1970 para establecer diferencia en torno al sexo.
La ausencia de otras corporalidades dentro de un futuro constituyente, sigue siendo una muestra de aquello, la emancipación parece que la llevarán otras personas, constituidas binarias, que no tienen fracturas en el carácter por la comodidad que significa apuntar hacia la igualdad, esa alianza con un patriarcado que acusó recibo de las críticas y ahora se abre a posibilidades y aceptaciones, para administrar tolerantemente y dentro de un marco jurídico, cualquier posible emancipación bajo los términos de buena ciudadanía.
La geografía donde nos movemos, sigue estando en veto, se sigue temiendo, se sigue juzgando, se sigue confinando a espacios reducidos, a las vallas de una sociedad estatizada cupular. Esas otredades, esas expresiones discordantes, disidentes sexuales están nuevamente al margen de las dibujadas nuevas fronteras de un país que dice, clamar por justicia, generacional en muchos casos, pero que esas violencias epistémicas se colaron fácilmente en esta elección, han dejado en claro que prevalecen.
No queda más para nuestras corporalidades, transformar en resistencia las tecnologías que estén a nuestro alcance para contar un nuevo mito, una contrahistoria que no subyace tan solo en las discriminaciones, aceptaciones y meros cambios de actitud de la heterosexualidad incrustada -y sostenedora- en los aparatos represivos e ideológicos del Estado y la empresa; es la formación de un nuevo cuerpo colectivo, un cyborg de ficciones y realidades que se incuba en este mundo, en este país lerdo de revoluciones, amante de suaves reformas conducidas por culos lacios, como decía la Pedro y ahora, por las nuevas y nuevos profesionales anhelantes de limpiar la corrupción sin grandes modificaciones a la amplitud que abarca el contrato social.
La superación de los géneros, el fin de la Naturaleza que subyuga cuerpo sobre otro cuerpo, contiene un nivel inimaginable de corrupciones -descomposiciones-, que el patriarcado y el capitalismo, en su nueva fraseología de éticas heterosexuales-normadas no permitirá concretar más allá de las corrupciones individuales que asolan las curvas viciadas de la institucionalidad.
Cuando las instituciones hoy cumplan sus horarios de trabajo, o venga la noche sobre el día y se bajen las banderas de la diversidad -ese símbolo que justifica una heroicidad apropiada-, que ahora las arría cualquiera, seguirá el temor, seguirá el confinamiento y la ausencia de justicia, como ocurre con Isidora, trabajadora sexual trans, como ocurre las y les invisibles, las y les ignominioses, esas monstruas entre la pobreza y el filo que te hablan y que serán cualquier cosa menos quietud.
La fobia no ha desaparecido, solo viste de tolerancia con una sonrisa que apenas aguanta.
por
Ariele Octubre.
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