Lo que ya se había avizorado en las elecciones de 2017, se esta cumpliendo. En aquella oportunidad, la gente (aquella parte del pueblo que demanda y decide en las elecciones), había hablado. Ya no quieren a los viejos políticos y sus viejas prácticas del partido del orden, aquellas prácticas relacionadas con el consenso y los acuerdos entre cuatro paredes, los electores no votaron por Escalona, Zaldívar ni Walker, íconos de la vieja política. Por el contrario, el parlamento elegido fue de los más variopinto que se haya registrado en el último siglo, predominando las figuras jóvenes y personajes de la farándula que se caracterizaban por decir lo que piensan sin tapujos ni cálculos políticos.
Las demandas sociales establecidas en el estallido del 18 de octubre del 2019, básicamente se generaron por el agotamiento de la tolerancia a las prácticas abusivas de los grupos de poder y de privilegio, que se han acrecentado con el modelo neoliberal imperante desde el retorno de la democracia en nuestro país. Los partidos políticos fueron definidos por la ciudadanía como parte del problema, integrados por una clase política parlamentaria, llena de garantías y concesiones dadas por ellos mismos, y con resultados que están muy por debajo de las expectativas prometidas en las elecciones.
En las últimas elecciones del 16 de mayo, la gente nuevamente ha confirmado que no quiere seguir con los partidos políticos tradicionales, votando mayoritariamente por los independientes y por aquellas ideas de izquierda más transformadoras, reduciéndose el electorado que sigue a los partidos tradicionales, a una menor expresión. En las elecciones de los Convencionales Constituyentes, la presencia de independientes electos es abrumadora, castigando duramente a los partidos de la derecha, como los del centro y los de la izquierda tradicional. Como signo de renovación, emergieron una cantidad no despreciable de jóvenes candidatos, destacando electos en esta región Tomas Laibe Sáez, primera mayoría en los constituyentes, Andrea Macías Palma; gobernadora Regional electa en primera vuelta, Carlos Gatica Villegas, joven alcalde electo de Coyhaique, con una no despreciable votación cercana a la obtenida por el Diputado Calisto el 2017. Y en los concejales de las 10 comunas de nuestra región, se ha producido una renovación casi completa de los concejos municipales, ingresando mayoritariamente hombres y mujeres jóvenes.
La crisis de los partidos políticos tradicionales está en un punto de no retorno, hoy es imperativo volver a las bases, a re-encantar al electorado mediante un trabajo enfocado en la comunidad, respondiendo a sus demandas, o en su defecto, acompañándoles en las gestiones para solucionarlas. Se trata de volver a meter los pies en el barro, a trabajar solidariamente con los más vulnerables, ayudar a enfrentar la pobreza exacerbada por la pandemia, a propender el desarrollo de políticas públicas que permitan un crecimiento productivo regional, centrado en la persona y su comunidad, con un absoluto respeto a los derechos humanos y al medio ambiente.
La única manera de que los partidos políticos se mantengan vigentes, es volver a formar parte de la comunidad, adecuándose a los tiempos actuales, donde la inmediatez de la información entregada por las redes sociales y el internet, es un elemento fiscalizador y regulador permanente, luchando contra el abuso, la violencia de género y los derechos de las minorías.
La clase política debe retomar la altura moral y el compromiso de los Padres Fundadores, dejando las peleas irrelevantes, para enfocarse en los grandes problemas de este siglo, donde nuestra región registra un atraso de 15- 20 años con respecto al resto de país. Pero este enfoque no es dentro de las formas y prácticas de otro tiempo (que se justificaron en aquellos momentos), sino más bien, en formas que se adecúen a los tiempos actuales, centradas en las personas y su inserción comunitaria, mirando a un pronto futuro, una región de clase mundial.
Eduardo Cruces Burgos
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