Por Andrés Latorre
Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica.
Encargado de Comunicaciones del Museo del Instituto Pedagógico Valentín Letelier, UMCE.
Josefina Aguirre Montenegro, es el nombre que recibe uno de los liceos más reconocidos de Coyhaique y de la región de Aysén. Tanto coyhaiquino que estudió o simplemente miró aquel liceo desde las esquinas gastadas de Carrera con Ibáñez. Hoy están aún más derruidas. Es el tiempo que lija y la política pública a medias presente, en otras, fantasma y carente.
La joven Josefina, comenzó sus estudios de docencia en el Instituto Pedagógico, en el año 1925, según se consigna en los archivos del Museo del Instituto Pedagógico Valentín Letelier, en los registros de clases hechos con tinta y a mano, con una caligrafía a prueba de toda práctica.
En aquellos años, el edificio institutano se encontraba en la Alameda de las Delicias con Ricardo Cumming, un centro bullicioso en la arteria principal de una creciente ciudad, rodeado de paisajismo elegante con mansiones y palacios que daban cuenta del derroche de la élite chilena, decadente a medida que la crisis salitrera agigantaba la mella social, lentamente.
Josefina estuvo cursando sus estudios de Pedagogía en Castellano en tiempos turbulentos, pero decisivos para la configuración del Chile del siglo XX, entre el retorno de Alessandri Palma de su exilio en Italia el año anterior, la promulgación de la constitución de 1925 y su conflictiva relación con su ministro de Guerra, Ibáñez del Campo, que más adelante -1927- se convertiría él mismo en presidente de Chile, siendo el ejecutivo que dio estatus territorial al inhóspito Aysén: la tierra nueva, frontera porosa, de un país en maduración.
En lo educacional, Josefina era una alumna de buenas calificaciones, metódica y preocupada como muchas de sus compañeras y compañeros, pero también, recibía la influencia de la educación pública fuertemente, al verse rodeada de maestros/as tan reconocidos/as como Amanda Labarca, feminista e impulsora del voto femenino en Chile; o Darío Salas, principal impulsor de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, ambos profesores de Castellano de la época, formados en el mismo Instituto Pedagógico.
Pasaron las décadas y en Aysén, lugar siempre alejado en el ideario chileno, surgían agrupaciones que demandaban un proyecto formativo diferente, fuera del alero de la Iglesia Católica, de la visión educativa técnica por parte del Estado que concebía para la región o de la dependencia de otra institución educativa, en este caso, del Liceo de Hombres de Puerto Montt. Es así, que el primer Liceo Fiscal de la ciudad, creado en 1963 como “Liceo de Hombres de Coyhaique” para atender las necesidades de una formación educacional humanista fue gracias al tesón de la profesora de Estado en Castellano, Josefina Aguirre Montenegro. “Gracias a doña Josefina Aguirre y un grupo de colaboradores, especialmente los integrantes del Comité Pro Liceo Fiscal de Coyhaique, que ella integró con tres damas y tres varones, lograron la fundación del Liceo Fiscal de Coyhaique. Será el empeño de ellos el que les permitirá conseguir la creación de un Liceo que respondiera a la necesidad que señalaban” indica el profesor de Estado, Enrique Martínez Saavedra. Además, el interés de la docente y la agrupación que conformó, no era un proyecto educativo típicamente privado o elitista, más bien, constituía una raigambre pública y sus esfuerzos, se proyectaron en concretar tal cometido, como lo señala el profesor Martínez: “El Comité Pro Liceo Fiscal de Coyhaique (…) estableció desde un comienzo que su objetivo era luchar por la creación en Coyhaique de una institución educativa dependiente del Ministerio de Educación, es decir Fiscal.”
Es en el año 1994 que, mediante una resolución* de la Seremi de Educación de Aysén, realizan un homenaje a la docente, formada en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, hace ya casi un siglo, que hizo de la posibilidad, una realidad, forjando y dirigiendo por los siete años primeros aquel liceo que hasta hoy, lleva su nombre, alejando la sombra de la denominación “B-2” tan reducida, similar a la hojalata de un bombardero nuclear que la Dictadura cívico-militar entregó a este establecimiento, que contrariamente, posee una memoria nutrida de las vicisitudes sopladas de viento, en una región hasta hoy, ignorada.
Sin embargo ¿Qué sucedió con Josefina Aguirre Montenegro entre el año 1928, el año de egreso del Instituto Pedagógico y las tres décadas siguientes, antes de la creación del Liceo Fiscal de Coyhaique? Eso es quizás, una de las interesantes incógnitas, o la repetición constante de la labor silenciosa de las y los docentes, que en varias oportunidades, se registran en la Historia, incluso con resistente modestia.
*Resolución N°282 07 abril 1994 Secretaría Regional Ministerial de Educación Aysén.
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