«Yo alguna vez, sin mentirte, hice los mejores calzones rotos del mundo». Así habla el orgullo de las manos trabajosas que se esmeran por tener la mesa con comida, sin recibir órdenes de nadie. La frase para el bronce me lo dijo José Miguel Stone, coyhaiquino de ‘ires y venires’ (estuvo viviendo en México alguna vez) y dueño de «Vinilo Patagón», una tienda con su personalidad que se expande con los pies sobre la tierra pero de tranco largo y que ya cumple un año. «Estaba muerto de susto» me comentaba en esta entrevista sobre el ansía previa a la inauguración. Hoy exhibe con tranquila satisfacción su colección de vinilos muy variados, juegos de mesa, diferentes juegos de cartas, cómics y mangas, telescopios para el astrónomo aficionado y los libros, coronados con un Corán en la repisa más alta, que mira hacia el Sur, hacia un dios perdido o encontrado ¿Quién lo sabe?
Yo guardo en la memoria la casita forrada en tejas de madera en Lautaro 234, inundada con un medley que abarca desde Elvis, The Beatles y el solitario McCartney, un emprendimiento con voraz vocación por llegar a la médula de algún cliente (tiene un notable poder de convencimiento), pero con la nobleza que tienen aquellos que comenzaron sin nada, como José Miguel, que subía cinco pisos del edificio del Serviu, para ganar una luca, esa misma que quizás, está en el manga que buscabas o en el vinilo que no pensabas encontrar en esta tierra media olvidada, en un local a media cuadra del concurrido supermercado. Esto merecía algo más que una simple nota promocional.
Para esta entrevista le propuse a José Miguel que los hechos de este emprendimiento que es “Vinilo Patagón” pudiera relatarlos como una suerte de cuento o relato. ¿Te atreves? Puedes decir que no, le dije. Él aceptó, sin embargo, derivó en una conversación muy interesante.
¿Cómo surgió la idea de Vinilo Patagón y lo concretaste en esta empresa?
Vinilo Patagón surge como idea un 11 de diciembre de 2017. Y surge por el hambre, por la desesperación. Vendía panes y todo lo que pudiera para ayudar a mi familia, pero tenía que haber algo más, y ese algo más era Vinilo Patagón, aunque el fin de la idea no era lo que conocemos hoy en día. Era un ingreso extra, que en 2018 dejé de lado para dedicarme a otras cosas, que me fueron puliendo para lo que nacería más adelante. Y sí, el fracaso pule, nos cubre con una coraza, una armadura. Y la mía me blindó de cierta forma. Seguí sintiendo miedo, teniendo miedo, pero el miedo no me tuvo a mí, y eso me permitió seguir a día de hoy.
¿Resultó ser lo que esperabas o imaginabas este resultado en este primer año de vida de Vinilo Patagón?
Si yo esperaba esto de Vinilo Patagón, te digo enseguida que no. Yo he ido descubriendo día a día la tienda, casi junto a los amigos de la tienda, pensando en sus necesidades y considerando cada opinión, porque si bien es cierto que para un emprendedor pequeño dentro del mercado como lo soy yo es difícil avanzar rápido y al ritmo que quisiera, no significa que no tenga las ganas de crecer y avanzar, y por eso trabajo todos los días, pensando en el desarrollo de Vinilo Patagón, Coyhaique y nuestra región, y desde mi vereda es difícil, lo vuelvo a repetir, pero tenemos fuerza para contribuir y lo seguiremos haciendo, por la familia, por la comunidad.
Por los avatares de la vida adulta, además de entender que en la Patagonia «quien se apura pierde el tiempo» una máxima muy cierta por estos lares que los venidos del extranjero -Chile también puede incluirse en dicha extranjería- no asimilan con facilidad. tuvimos que continuar esta conversación en otro momento.
Al llegar a la tienda para nuestro segundo encuentro, con el viento despuntando durante el febrero que recién pasó, habían mesas desplegadas donde compartían unos muchachos jugadores de cartas que hicieron caso omiso de mi presencia. No obstante, eso era comprensible al escuchar el entusiasmado desenfado de sus diálogos, similar a una burbuja de entretención que José Miguel, sonriente, entraba y salía a su antojo. Era un verdadero dueño de casa que me saludó con afecto y me invitó a sentarnos para continuar lo pendiente.
José Miguel, déjame hacer hincapié en algunas de tus palabras. Hay un origen para saciar necesidades básicas, mezcladas con desesperación ¿Sigue gobernando aquello, la desesperación? o por el contrario ¿Qué sentir la reemplaza y dónde específicamente lo ves reflejado en Vinilo Patagón?¿Personas? ¿Objetos? ¿Una sección en especial?
Yo pondría otra palabra, que es la esperanza, en el sentido de que todos los días abro, todos los días limpio los vidrios, todos los días limpio el piso, pido los productos. En el fondo es la esperanza de que esto siga creciendo, que vamos a seguir trabajando, que ya no gobierna la incertidumbre como hace un año. Ahora este es un trabajo direccionado, de la esperanza no del esperar simplemente, sino del ir haciendo, día a día, un camino arduo que se va ampliando y siempre pueda ser mejor.
¿Pero en qué se plasma, en qué objeto o sección se puede ver?
Te diré algo, cuando me cambié a este local, ya tenía los vinilos, los libros, los cómics. Entonces decidí comenzar a agregar más cosas: helados, comida envasada, las cartas y juegos. Todo lo que está en el local, lo que observo cuando estoy a solas después de cerrar la tienda, cuando hago mi vida familiar, está esa esperanza. En los vinilos, cuando lo escuchamos, en los telescopios, en las cartas, en las mesas desplegadas, en la relación establecida con la gente, haciendo amistades más allá de una competencia, sino de cooperación y colaboración con otras personas emprendedoras, con quienes compran acá, escuchando sus opiniones e ideas. Ahí está esa esperanza, que crece y se expande en mejorar la experiencia de este proyecto.
Mencionaste que has ido descubriendo tu tienda junto con las amistades de la misma, considerando sus opiniones y necesidades. No obstante, eso lo hacen otras tiendas también ¿Qué es eso lo novedoso que entregas? ¿Qué es lo que destaca a Vinilo Patagón que lo hace diferente del resto de rubro o incluso de otras tiendas? ¿Qué sólo se encontrará acá?
Porqué las personas están prefiriendo Vinilo Patagón, por algo sencillo, se cumple lo prometido. Ese es quizás el sello distinto. Este proyecto no promete simplemente, más bien se potencia cumpliendo la palabra. Tenemos mesas desplegadas, vienen a jugar en un ambiente grato, de respeto. Viene gente de Puerto Aysén, llegó el otro día alguien de Lago Verde y estuvo acá, jugando gran parte del día, porque este es un espacio abierto para toda la comunidad, no solo un nicho, sino para Coyhaique y la región.
Estuve en el local anterior en Cochrane, ahí se comenzó a crecer, trayendo vinilos, vendiendo tocadiscos, libros y cómics, ofreciendo alternativa, creciendo y trabajando, cumpliendo lo que se promete y cuando vienen, siempre encontrarán algo nuevo, una palabra de sugerencia, conversaciones y gentilezas necesarias en esta vorágine social. Quizás, Vinilo Patagón no será el primero en esto o lo otro, pero sí, la palabra de que tenemos productos de calidad, de primera mano, sellados y de proveedores confiables. Y vienen cada vez más.
Con José Miguel seguimos hablando de distintos temas, de proyectos que bullen en su cabeza con bastante entusiasmo y frescura, sobre la salud mental de la región de Aysén, un asunto histórico que cuesta abordar por los gobiernos, entrampados en mesas de trabajo que no incluyen a gremios, comunidades y tantos otros. Reímos bastante y después nos despedimos. Sin embargo, busqué el Corán que se encontraba al tope de una repisa, pero ya no estaba. Ahora está acomodado con otros libros, en un rincón invisibilizado entre tantas voces y dónde alguna vez estuvo, ahora había más juegos de mesa. Es cierto, siempre habrá algo nuevo.
por Andrés Latorre alias Ariele.
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