Casi dos tercios de Chile rechazó de forma categórica una mala propuesta, cuyo derrotero estuvo marcado por la soberbia, la venganza y el odio de una buena parte de quienes ostentaban este efímero poder constituyente.
La votación histórica del domingo cuatro de septiembre del 2022, con una participación superior a los 13 millones de votantes, rechazó la propuesta de la convención con casi ocho millones de votos. Este resultado deja claro que los excesos de los grupos ideologizados respecto a plurinacionalidad, pluralismo jurídico, un sistema político experimental, vulneración y agresión al derecho y garantía de propiedad, supremacía del estado sobre el individuo y la familia y disminución de las facultades del estado y las instituciones para protegernos de la delincuencia y violencia, entre otras, son materias que los chilenos no queremos, que las rechazamos. Queda aún más claro al constatar que en solo ocho de las más de 340 comunas se impuso el rechazo y que en las localidades y regiones donde se fundamentan las reivindicaciones indígenas el triunfo del rechazo fue abrumador.
La construcción de relatos, colmados de lugares comunes y frases cliché, como Chile despertó, no son 30 pesos son 30 años, enterraremos el capitalismo por nombrar algunas, hicieron que las masas reaccionaran de forma pasional, abandonando la razón y peor aún condenando y olvidando la construcción que nuestros antecesores, las generaciones mayores, lograron al sacar a Chile de la pobreza y ponerlo a circular en el camino del desarrollo. Fue el llamado de la tribu, que apoyado por causas identitarias nubló nuestro país.
Evidentemente no podemos desconocer las necesidades de cambios que permitan una real igualdad de oportunidades, una acción efectiva y clara por parte del estado y sus instituciones frente a los abusos, mecanismos estrictos de control al interior del estado para asegurar que no exista corrupción o aprovechamiento de políticos, funcionarios y sus gremios y sobre todo considerando imperativos culturales, sociales y ambientales, otorgue certeza para que nos podamos desarrollar en un país seguro, libre de delincuencia y terrorismo y sobre bases solidas que permitan una economía libre, prospera y sustentable.
Quienes hemos estado dando la cara, en muchas ocasiones fuimos atacados de forma destemplada, descalificados, cuestionados con muchas ofensas y pocos argumentos, desacreditando nuestra capacidad intelectual y moral, pero al final la sensatez de los chilenos nos da el respaldo para sentir que tenemos razón, que los cambios deben promoverse pero no como la izquierda radical nos proponía.
El triunfo del rechazo es la victoria de Chile, pero no es un punto final, sino un respiro para que nos encontremos y nos pongamos a trabajar de forma decidida y respetuosa en las reformas que permitan cimentar las bases de un país de futuro. Un llamado de atención a los políticos, quienes olvidando muchas veces sus misiones se han dejado encantar por la ventaja personal y sucumbido ante el populismo, una advertencia a aquellos sectores que han coqueteado con la ofensa, violencia y la delincuencia para obtener ventajas y un llamado a recuperar la capacidad de llegar a acuerdos mediante el diálogo.
Comenzamos un nuevo capítulo y esperamos que este en la historia quede escrito como un periodo de reconciliación, reencuentro y cicatrización de las heridas, para eso debemos aprender de lo pasado para no repetir los errores, tengo esperanza que los chilenos lo lograremos.
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